La calle Comandante Benítez de Barcelona está llena de ginkgos, los nogales japoneses que tienen esas hojas tan bonitas en forma de abanico.
Cuando se acerca mi cumpleaños, las hojas se ponen amarillas y empiezan a caer, y una camina sobre auténticas joyas de color amarillo intenso-casi-mostaza, que solo hay que recoger, llevar a casa y guardar.
A veces, si me toca ir a Correos, voy por esa calle y recojo las hojas más bonitas. Me agacho, las reviso y las meto en el bolsillo de mi chaquetón rojo. La gente me mira, un poco como si fuese una señora loca que hace cosas raras.
Y me pregunto ¿Cuándo hemos dejado de explorar, de ver lo que pasa en nuestro entorno, de tomarnos tiempo para hacer cosas que nos gustan, aunque sean un poco raras?
En el fondo esa es la vida lenta que todos andamos persiguiendo como si no hubiese un mañana, no es otra que recoger hojas de ginkgo en medio de Barcelona.
Reto:
¿Cual es la hoja del Ginkgo?
