El día que fuimos amapolas

El día que fuimos amapolas

Una fuerza nació en ella, empujándola.

 A pesar del miedo, atravesó la oscuridad y el dolor con todas sus fuerzas.

Escuchó como crujía. Era un crujido sordo, cercano, parecía que venía de sus entrañas.

Algo se había roto. Gritó de dolor y empujó.

Empujó con miedo y rabia. Los ojos cerrados, la boca encogida, y de repente, la calma. 

El silencio.

A su alrededor un horizonte rojo que se balanceaba.

Izquierda, derecha, izquierda, derecha.

Allí estaba:en medio de un campo de amapolas rojas.

Izquierda, derecha, izquierda, derecha.

El miedo quedaba atrás, como un recuerdo lejano, como una imagen borrosa, como si nunca hubiese existido.

El miedo ya no era nada.

 

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