Escucha el audio de Verónica Maraver
Desde que me dio la locura de ser ilustradora, mi vida ha cambiado. Ya lo he explicado más de una vez, dejar la puerta abierta a mi creatividad e imaginación ha hecho que mejorara mi estado de ánimo, me siento más relajada y mejor conmigo misma.
Tampoco te voy a engañar, aún estoy lejos de ser el equilibrio en persona. De hecho, no creo que lo sea jamás y ya me está bien. Aceptarse como una es te invita a cambiar, pero también a darte cuenta de que hay cosas que son muy nuestras, aunque no nos gusten demasiado.
Hoy te voy a contar algo que me costó mucho hacer, pero que ahora lo disfruto cada día.
Nada. Sí. Nada. Hacer nada.
Como la mayoría, y seguramente que tú también, he sido educada para ser productiva.
Mi ideal de vida era levantarme pronto, trabajar como una bellaca, salir, ir al gimnasio, a clases de inglés, tango, reunirme con una amiga, y aún tener tiempo para la pareja y para mi misma ¡Yeah! Ya tú sabes...
No lo he hecho nunca jamás. A lo máximo que he llegado es a trabajar como una bellaca, éso sí. Objetivo cumplido, y con nota.
Con los años, y en especial al conectar con mi creatividad, no solo he asumido que jamás seré esa mujer que me decían que debía ser, sino que no pasa nada por ello.
En ese proceso, el reto más difícil fue ''el de empezar a no hacer nada''.
NO es fácil no hacer NADA.
Estamos hiperconectadas y somos hiperactivas e hiperresponsables. A ver quién es la guapa que se planta a no hacer nada.
¿Por qué aburrirse es bueno?
- Tú crees no hacer nada, pero tu cerebro lo está haciendo todo. Es su tiempo de ocio. Sin órdenes ¡Al fin!
- El aburrimiento activa la creatividad. Y ésto es así, aquí y en la china popular.
- No hacer nada es importante para la inteligencia. La hiperconectividad nos está alelando... y no es broma.
Además...
- Nos relaja y reduce la ansiedad.
- Nos conecta con ''el aquí y el ahora''.
- Y nos pone a tono para ser más productivas.
¿Qué hacer para no hacer nada?
Existen 3 formas de perder el tiempo que pueden resultar molestas en un principio, pero que te invito a probarlas al menos un par de minutos al día. A ver si eres capaz...
- Mirar por la ventana.
- Observar a la gente en el metro o bus (con disimulo, tampoco es plan de incomodar a nadie).
- Apagar la luz cuando esté oscureciendo y dejar que se haga de noche.
Yo siempre pienso en aquellas mujeres de mi pueblo que se sentaban solas en el portal de su casa en verano. No hacían nada. NADA.
Trucos para empezar a no hacer nada.
- Apaga el móvil un ratito.
- Canta bajo la ducha.
- Acaricia a tu gato, perro, humano o a ti misma un rato.
Y el más importante, evita evitar no hacer nada.
El día está lleno de momentos de aburrimiento, vívelos.
Quizás todas estas cosas puedas ponerlas en práctica, quizás te des cuenta de que eres una gran hacedora de nadas. Pero lo más importante es que aprendas a vivir sin hacer nada y sin remordimientos.
Sin duda, lo más difícil es aceptar que a veces perdemos el tiempo. Que nos aburrimos y que no hacemos todo lo que se espera de nosotras, y que nosotras mismas esperamos de nosotras.
Que no seremos como nuestra amiga Maripili que sale a las 7 de casa y no llega hasta las 9 dispuesta a seguir haciendo cosas. Que es bueno no hacer nada, estar en babia, no acabar listas interminables y que nuestro cerebro lo va a agradecer.
Que es bueno no estar conectada 24 horas a Instagram, y que no podemos fiarnos de lo que vemos en las redes. Que nos han vendido la moto, y que la mayoría no cuajamos en una vida hiperactiva.
Sentirnos culpables de ser como somos solo empeora las cosas, y que a mí me costó entenderlo. Y aún me cuesta. No voy a negarlo.
Pero he aprendido que las mejores aventuras se esconden en una caja de zapatos y que la felicidad aparece en las cosas más tontas de la vida.
Y que el Carpe Diem lo incluye todo. Incluso los momentos de aburrimiento.
¿Y tú? ¿Te atreves a no hacer nada?
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